miércoles, 27 de julio de 2011

Historia inventada para un trabajo de redacción.

Erase una vez, después de otras tantas, una pequeña niña que salió del psicólogo después de una de sus terapias semanales.
Ella, se sentía muy rara desde hace unos meses -Que rara me siento, es como si no fuese yo- Los pensamientos de la pequeña interrumpieron al narrador, o sea a mi.
Un silencio perturbador invadió la mente de Caperucita, así se llamaba. Entonces decidió irse a su lugar favorito: un padro en medio de un bosque.
La pequeña se tumbó en el centro de aquel tranquilo lugar, su respiración se calmó, sus sentidos se avivaron y la relajación que sentía rodeada de flores de tonalidades cálidas fue inmensa. Por ahora...
De repente su corazón se aceleró al escuchar el crujir de las ramas.
-¿Quién anda ahí?
-¿Quién anda ahí?
-¿Quién eres?
-¿Quién eres?
-¡No me repitas!- la pequeña comenzó a enfadarse por la impertinencia del extraño.
-Tú ami no me hables así, enana.
-Ni tú ami, peludo, ¿nunca has oído hablar de las cremas depilatorias?
La enfadada pareja se miró a los ojos y la pequeña se desplomó sobre el colchón de flores silvestres.
-¿¡Pero que te ocurre!?- exclamó el lobo.
La pequeña abrió los ojos.
-¿Y tú quién eres?, yo a ti no te conozco.
-¿Cómo que no me conoces?, hace unos instantes me estabas insultando.
-¡Oh no!, me ha vuelto a pasar- pensó la pequeña para si misma.
-Aver niña, no se que te ha pasado, pero yo solo quería preguntarte si has visto una casita por aquí.
-¿Pero tú eres tonto?, ¿dónde crees que vivo?, ¿encima de un árbol como las ardillas y tapadita con mi manta?
-¡Pero la tuya no!, otra. Es que tengo que hacer unos recados, y con la aplicación de la BlackBerry no me aclaro.
-Los iPhones molan más. Tienen la nueva aplicación de Cepsa y es muy útil.
-Yo es que con esto de la tecnología...Me guiaré con el metodo tradicional.
-Buena suerte.
Cada uno siguió por su camino.
-En que momento se me ocurrió comprar un aparato tan pequeño con las pezuñas que tengo...Tendría que haber comprado el BlackLobo que era más grande.
El lobo estaba desconcentrado. Le parecía que todos los senderos eran iguales. Todos estaban rodeados por árboles, cuyo tronco estaba repleto de musgo, por las flores y arbustos bajo estos...etc.
El crujido de la tierra al posar sus pezuñas sobre ella, al principio resultaba desconcertante, luego soportable.
Tras unos minutos dando vueltas por el interminable camino, el lobo divisó una figura a lo lejos, encima de una colina, por el cansancio su vista no era cierta, lo veía todo borroso, pero supuso que era una casa.
A medida que se acercaba, la anterior figura borrosa, se definía a cada paso que daba.
Avanzó por el rocoso y húmedo camino que había en el jardín de la casa. Se colocó frente a la gran puerta de madera antigua. Un escalofrío recorrió su cuerpo al ver que la figura que componía la aldaba era la cabeza de un lobo. Alzó la mano con temor pero antes de que pudiese agarrar el dorado instrumento, la puerta se abrió. Se inclino para echarle un vistazo al interior de la casa. Todo estaba lleno de pieles entonces recordó las palabras de la estraña niña con la que se había cruzado anteriormente: ''Ni tu a mi, peludo, peludo, peludo...''. Iva a dar media vuelta cuando una mano se poso sobre su hombro.
-Supuse que te referías a esta casa. Tomé el camino rápido.
-Tú no eres normal, ¿no?. ¿Qué haces aquí?
-Esperándote.
La pequeña se puso a temblar. El lobo estaba desconcertado. Caperucita volvió en si.
-¿Pero que haces aquí?, ¡no me sigas, sicópata!
La capacidad de la niña de hablar y lanzar objetos a la vez, era impresionante.
-¿Pero que haces?, ¡estate quieta!.
Comenzó a temblar de nuevo.
-¿Pero qué...?
Aquella figura roja miró fijamente al lobo, y se abalanzó sobre él.
-¡Dios mio!, ¡estas poseída!
El lobo, anonadado, extendió sus zarpas sobre el suelo y empezó a toquetear la zona buscando un un utensilio que le sirviese como medio de defensa personal. Encontró algo, algo frío, pero suave, negro y oscuro, pero brillante como con una capa de cristal y golpeó a la niña la cual dejó de forcejear y cayó tendida sobre el suelo, inconsciente.
.¡AH!- gritó Caperucita.
-¡Buff!- el lobo se puso en pie y se sacudió su enredado pelaje- Tenias razón, los iPhones son mejores- Lanzó el móvil al suelo.
Marchó por la puerta de la casa, la cual meses después desapareció del mapa.
 
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-Buenos chicos, todos a dormir, la historia a acabado.
-Jo, profe, venga, cuenta otra.
-No, que tendréis pesadillas y no quiero oíros gritar esta noche.
-¿Pero qué te cuesta?, solo una más.
desovedientes que no volveremos a hacer ninguna excursión más.
-Venga, vale.
-Buenas noches.
-Hey chicos, el cuento dice que la casa desapareció del mapa, pero no menciona a Caperucita. Estar atentos, estamos en ese mismo padro, su lugar favorito.

La presión de los amigos

Cuando somos unos niños buscamos la aprovación de nuestros  padres. Queremos recibir alagos de ellos cuando conseguimos atarnos los cordones o lavarnos los dientes solos, incluso de vez en cuando recibiamos una recompensa en forma de juguete o golosina. Ahora, diez años después seguimos buscando la aprovación de gente, pero ya no son papá y mamá. Lo que ellos digan o piensen cada vez nos ''la suda'' más. Ahora, buscamos la aprovación de los amigos, de la gente del instituto. Pasamos a estar preocupados de que pensará la gente cuando nos vea, nos da la sensación de que todo el mundo se fija en ti, y te encuentra hasta el más mínimo defecto. Te creas unos pequeños enemigos que te acompañarán toda la vida...los defectos.
De pronto, importa más como te vean tus amigos que que opinará tu madres de tu comportamiento.
Es un poco de lío, en casa hay unas reglas, con los amigos, otras.
Es tremendamente frustante para mí este tema, como cualquier adolescente, vives bajo una presión increíble, y nadie más que tú lo entiende. Por la noche, te comes la cabeza pensando en que María  tiene una cintura de avispa y tú no, que Marta tiene un pelo precioso y el tuyo parece un estropajo...
Es decir, el mundo cambia a nuestro alrededor y es muy difícil adaptarse a él solo, por eso buscamos compañía en la gente más cercana, y a partir de ahí intentamos encajar o sobresalir del resto, aunque eso suponga cambiar nuestra personalidad, y jugar a ser otro ser humano.

viernes, 15 de julio de 2011

''...que aun queden hombres asi''

¿Cuántas veces hemos oído eso de: ''..Oh, que gentil/caballeroso, es genial que aun queden hombres así''.
Lo hemos escuchado en películas, telenovelas del TeleVisa, series, alguna que otra canción y seguramente alguna vez lo habremos pensado de ese chico majo al que nunca has visto como algo más que una buena amistad pero que lo han ''educado'' bien o simplemente tiene pequeños detalles contigo y tú para no parecer mala, ese amable cuando te ofrece algo. Pero...si nos paramos a pensar, cosa que no solemos hacer cuando lo necesitamos, esta frase se ha dicho siempre, y con siempre no me refiero a TODOS los días, si no a que hace años, muchos años, alguna mujer, supongamos de la edad moderna, o de la época de nuestros abuelos tuviese la genialidad de pensar que antes los hombres eran ''así'', gentiles, caballerosos, amables. Sin tener en cuenta que antes nosotras, las mujeres no teníamos ni voz ni voto en el mundo, que como Lady Godiva, tuvisemos que dar el ''cante'' para ser escuchadas. ¿En serio creéis que aquel cabernícola cedía su comida a su mujer, que algún romano quería oír la palabra de una sirvienta?..
La pregunta no es: ''¿Cuándo dejaron los hombres de ser así?, la pregunta es : ''¿Alguna vez los hombres han sido así?''...